el pesimismo de quienes habitan la ciudad; su irritación en carne viva tras la cortesía quebradiza; el escozor en la región bronquial, la certeza de que las montañas impedirán la salida o la fuga
El hombre disimula así la extrañeza, la disminución significada por la pérdida de quien juzgamos destinado a sobrevivirnos
Tanto dolor merece, pues, respeto
en el mejor de los casos será tema del hombre que acecha tras las persianas y le adjudica hipótesis que lo hacen ser a un tiempo víctima del progreso, corruptor de menores, padre sin hijo, amante desdeñado, y subsecuentes.
Nostalgia del limbo, la seguridad, el medio acuoso, batracioide, prenatal, el hombre regresa despues de todo lo que le ha hecho la vida
la soltería de un pretendiente con rasgos inequívocos de casado;
La guerra transformó en desierto uno de los paisajes más hermosos de Oriente.
pues sabe que desde antes de Scherezada las ficciones son un medio de postergar la sentencia de muerte
Nos habían enseñado a tener esperanza aun con la soga al cuello.
O quizá sílabas, quizá palabras. Vocales que se diptongan, se abren o se cierran hasta que el murmullo se traduce en fonemas pero inarticulados, oraciones pero que se deshacen, verbos que se propagan y contaminan todo el rezongo.
el rumor del mundo se vuelve estímulo
las tierras conquistables a sangre y fuego en que el imperio iba a fincar su poder, a hallar el oro, la plata, los no probados frutos, las multitudes de esclavos que forjarían la riqueza de Europa
—Lo mejor que se puede hacer contra el nazismo es olvidarlo —No ve que cada nuevo ataque le da vida —Pero cómo se atreve a escribir sobre algo que no presenció
Las piedras calcinadas humeaban, el agua de las cloacas hervía, cuando llegaron contingentes de Auschwitz para que hasta los escombros fueran arrasados y del gueto de Varsovia no perdurasen sino púas, ceniza, polvo, huesos, astillas.
[y] Todo lo anterior es información que debe codificarse. Datos para una computadora. La máquina dirá quién es eme, qué busca uno del otro, qué sucede.
Somos la última generación de cadáveres.
anhelo de morir ahora mismo bajo el acoso de sus propias enfermedades no de los rayos gama que traspasan los muros; certeza animal de que la muerte no será inmediata; angustia intolerable.
Ya no hay en la cuenca ponzoñosa vegetación que pueda destruir al anhídrido carbónico.
por supuesto eme alegaría en su defensa que cumplió órdenes superiores acató su deber de proporcionar órganos frescos para las investigaciones histiológicas
imposible llamar cirujano al matarife que realizaba histeroctomías en cinco minutos y con las torturas que él imaginaba castigos encubría su debilidad y creía herir en cuerpos sin culpa a todos aquellos que le causaron daño en su vida anterior
precisas maquinarias habitadas por cuerpos incorruptibles condenados a girar infinitamente en su órbita. Y piensa que todo ello fue posible gracias al desarrollo de su balística, a los cohetes enviados contra Londres.
que nadie o casi nadie entre quienes morirán lejos de los lugares donde nacieron y han vivido admite la realidad
Conforme al instructivo sobre el empleo de gases letales, eme contempla el espectáculo desde arriba, tras la hermética ventana o portilla color verde, y filma algunas escenas en dieciséis milímetros.
mediante la única referencia que evoca: la imaginería católica
Todo en los campos pugna por reducir a sus víctimas al último grado de subhumanidad, la condición de muertos que habiten cuerpos vivos.
Pero una indescifrable voluntad de vivir hizo que bajo la máscara de servidumbre total ardieran la resistencia y la rebeldía.
. El cuerpo envejece pero la mente sigue como antes, acaso más empecinada gracias a la derrota y el deseo de venganza.
No, la mente de eme no tiene capacidad de asociación metafórica.
¿quién contempla La torre de Babel? ¿Quién nos cuenta la historia del acoso de eme?
Años atrás, en Leipzig, una mujer leyó las líneas de su mano y mirando a sus ojos sentenció: —Morirás lejos.
el nazismo es el mal absoluto: nadie puede ser nazi e inocente.
«El fuego y el hielo nos derrotaron», dijo el dios. Y eme vio al superhombre convertido, igual que todas sus víctimas, en ceniza. Ceniza y lo que es peor: una mancha de grasa. Los elementos restituidos a la transformación.
El aire cae, el polvo cae, cae el olor a vinagre. El sol insiste en permanecer. ¿En qué estación del año estamos? En un miércoles, Dies Mercurii, último día que miraron los ojos mortales de un hombre muerto que no ha muerto.
hasta la ejecución es más piadosa que veinte años de terror y de culpa
Lo enterrarán amortajado en estopa, calado de gasolina, recién nacido para la muerte.